Si hace unos días dedicamos un espacio en este blog a la enumeración de una serie de consideraciones básicas respecto a los criterios que condicionarán la elección del plan de pensiones que mejor se adapta a nuestras características personales y perfil de riesgo, hoy queremos avanzar un paso más y profundizar en aquellos componentes de carácter técnico que nos ayudarán a decantarnos por un plan de pensiones u otro entre el nutrido volumen de alternativas existentes en el mercado.
Para ello debemos empezar por definir el nivel de riesgo que estamos dispuestos a asumir en nuestro plan de pensiones. Como ya comentamos, cada persona presenta un nivel distinto de predisposición o aversión al riesgo, que puede variar atendiendo a sus características personales, horizonte temporal y expectativa de rentabilidad que desea obtener de sus aportaciones. El nivel de riesgo que cada persona esté dispuesta a asumir será el primer elemento que condicionará la elección de un plan de pensiones, acotando las alternativas a aquellos productos que se ajustan a su perfil agresivo o conservador.
También debemos tener en cuenta la composición del fondo en cuanto a su porcentaje de renta fija y renta variable; a partir del factor anterior, las aportaciones realizadas al plan se invertirán en una determinada cartera con más o menos exposición en renta fija, normalmente más segura y estable, o en renta variable que implica un mayor riesgo pero también un margen de ganancias más amplio. dedicarán.
Como instrumentos financieros, los planes de pensiones contemplan diferentes modalidades de inversión atendiendo a la distribución existente en su composición entre activos de renta fija y renta variable, lo que nos permite optar por alguna de las siguientes tipologías de planes de pensiones:
- Planes de pensiones de renta fija a corto plazo: se trata de planes de pensiones compuestos al 100% por activos de renta fija con una duración inferior o igual a 2 años.
- Planes de pensiones de renta fija a largo plazo: su composición también está formada al 100% por activos de renta fija pero, en este caso, la duración de dichos activos es superior a los dos años.
- Planes de pensiones de renta fija mixta: son aquellos planes de pensiones cuya composición cuenta con hasta un 30% de activos de renta variable.
- Planes de pensiones de renta variable mixta: se trata de aquellos planes de pensiones en los que el porcentaje de activos de renta variable oscila entre un 30% y un 75%.
- Planes de pensiones de renta variable: son aquellos planes de pensiones en los que el porcentaje de activos de renta variable es superior a un 75%.
- Planes de pensiones garantizados: esta tipología de plan de pensiones se caracteriza porque una entidad financiera externa es la que garantiza la obtención de una rentabilidad en el plazo de tiempo que determinemos con ella.
Asimismo, la duración de los activos de renta fija en los que esté materializado el fondo también será importante. Si bien hemos establecido una diferenciación clara entre activos de renta fija y renta variable, debemos tomar conciencia de que los activos de renta fija también presentan un cierto nivel de volatilidad, ya que su valoración estará condicionada por la evolución de los tipos de interés del mercado.
Es por ello que anteriormente hemos diferenciado entre planes de pensiones de renta fija a corto plazo, que serán preferibles ante escenarios de tipos de interés al alza, y planes de pensiones de renta fija a largo plazo, más adecuados cuando aumentan las expectativas de tipos de interés a la baja.
Otro factor a tener en cuenta es la evolución histórica de la rentabilidad del plan de pensiones. En la contratación deberemos abstraernos de los resultados obtenidos por cada plan de pensiones a corto plazo, o de los regalos o incentivos promocionales que nos ofrecen por su contratación, ya que será preferible optar por aquellos fondos que apuesten por la obtención de una mayor rentabilidad en el largo plazo.
De este modo, el análisis de la rentabilidad histórica de los distintos planes de pensiones nos servirá como referencia para conocer cuál ha sido su comportamiento en los últimos años, establecer comparaciones entre las diferentes alternativas y medir la calidad de gestión del mismo a lo largo del tiempo. No olvidemos que los planes de pensiones son productos que contratamos a largo plazo, a nuestra jubilación.
Los gastos relativos a la entidad gestora del fondo debemos tenerlos también presentes, pues es preciso tener en cuenta que, como no podía ser de otra manera, las sociedades gestoras de planes de pensiones establecen una comisión por la prestación de sus servicios, si bien esta no podrá ser superior al 1,5% anual del patrimonio invertido en el fondo de pensiones.
Por último hay que tener presentes los gastos asociados a la entidad depositaria del fondo. Del mismo modo, las entidades financieras que ejercen de depositarias del fondo de pensiones también llevan aparejada una remuneración anual por sus servicios, que, en cualquier caso, no podrá ser superior a un 0,25% del patrimonio depositado.
En AXA contamos con gran variedad de planes de pensiones para que puedas elegir el que mejor se adapta a tus necesidades, ¡consúltalos!
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